Infancia.

Ver el "Un, Dos, Tres" sentado en el sofá junto a mi familia con una sonrisa de oreja a oreja.

Jugar con mis amigos al fútbol de sol a sol.

Ir al cine "Delicias", a ver la última película de Parchís.

Pasar toda la tarde jugando al Hero Quest con los amigos, sin parar de inventar, de soñar y de reír.

Dar una vuelta con tu familia por el paseo del parque antes de ir a cenar al "Parraguita".

Correr detrás de las lagartijas "armados" con una boquilla de las botellas de dos litros de refresco, un globo y muchas "chilindrinas" en el bolsillo.

Ir los domingos a la piscina de Martos con la familia, el batido de chocolate por la tarde, el trampolín.

Ver el Tour de Francia en verano durante la siesta, dibujar una camiseta del equipo Reynolds (de Perico Delgado, por supuesto), para mi "chapa ciclista", esperar a que nuestras madres nos dejasen salir, pintar un circuito con tiza en el suelo, volver a correr la etapa con nuestras chapas, pasarlo genial.

Las tardes de colegio, el olor de la goma al borrar, el feto raro del laboratorio, los cómics de Astérix en la biblioteca.

Dejar la mochila después de salir del colegio y salir pitando para jugar al beisbol en los bidones.

La alegría que sientes la primera vez que participas en el campeonato entre escuelas y te dan la camiseta del colegio con el número ocho.

Machacarte los dedos jugando al Olympic Gold en la Master System.

Ver que ha nevado en la sierra de Jamilena y salir pitando a pisar la nieve, sin abrigo, sin botas de nieve, sin guantes, sin frío...

Jugar a policías y ladrones toda la noche, eso sí, el límite en la Avenida de los Deportes.

Churro, media manga o manguero.

Los torpedos de la feria con los Héroes del Silencio como música de fondo.

Los viajes en autobús para jugar al fútbol con el Torredonjimeno C.F.; en Úbeda, en Linares, en Jaén, en Arjona, en Los Villares, en Alcalá la Real, en Rus... en toda la provincia!

Bañito en la piscina de goma del patio, batido de chocolate y capítulo nuevo de Verano Azul. Todos riendo.

Tirarte por las montañas del colegio subido en un cartón.

Jugar al Hotel y quedarte arruinado por no haber comprado el Waikiki.

Preparar la bicicross BH, que el sillín era muy feo, ir a las "hoyas" y tirarte por las pendientes a toda pastilla... y sin casco.

Darte un bañito en la alberca de la fábrica de aceite abandonada. Con las algas.

Subirte al molino del cubo trepando por la pared de piedra.

Poder jugar en el parque sin que tus padres tuvieran que estar vigilando.

Que a toda tu clase se le olvide el villancico de Navidad... a toda... y no parar de reírte.

Las clases de mecanografía... bueno, eso no...

Podría estar escribiendo toda la tarde, con una sonrisa en la boca, y no acabar. Seguro que si mis amigos leen esta entrada, también recuerdan esa etapa con mucho cariño y podrían añadir otro sinfín de anécdotas.

Bendita infancia tuvimos, ojalá que nuestros hijos e hijas puedan decir lo mismo dentro de unos años.